Hace unos años una amiga de la universidad vino a visitarme y cuando vio donde vivía dijo ” la cabrá tira pal monte” y luego nos reímos juntas.
La vida nos ofrece caminos de acuerdo a como vibramos, por eso es tan importante tener los pies descalzos puestos en un suelo sano y rodearse de gente que esté en la misma frecuencia.
Tener una familia es una responsabilidad enorme y un viaje diferente al que pensamos, una de las buenas elecciones de mi vida ha sido volver al campo y ver crecer a mis hijos en un ambiente natural.
Somos la generación que volvió al campo a pesar de lo que querían nuestros padres para nosotros, de haber sido criados para no ser campesinos, de crecer cuando la violencia nos sacaba con bombas y amenazas de secuestro y extorsión, este miedo que hizo migrar a las ciudades e incluso del país.
Pero es que nadie le dijo a nuestros padres que un vaso de leche en el ordeño, bañarse en la quebrada, coger mariposas para luego soltarlas, trepar a los árboles a coger guamas, poma roso y muchos otros frutos, ir al medio dia a llevar la comida a los trabajadores y poder cosechar con nuestras manos todo lo que mi papá había sembrado era la verdadera felicidad.
Nadie olvida donde fue feliz, esa es mi historia y a pesar de que el mundo cambia y la tecnología hace realidades virtuales nada como sentir los olores del campo.
Desde niña leía el almanaque de la caja agraria como si fuera mi biblia, quería montar negocios, criar gallinas, codornices, conejos, cultivos, obviamente mis papás no me patrocinaban, pero en mi granja de los sueños había de todo.
Al crecer tomé mi primer gran decisión estudiar veterinaria en contra de mis papás, pero como sabían que era muy terca no se opusieron y terminaron apoyándome.
Ser mujer nunca ha sido una desventaja, cuando creces siendo libre y sabes que tu mayor valor está en el conocimiento y no en la fuerza, hoy creo que el mayor valor es encontrar la sabiduría.
Cuando era niña jugaba yermis, canicas, voleibol, fútbol, montaba bicicleta, tocaba trompeta, estaba en el grupo de danzas, de infancia misionera y si me quedaba tiempo escribía y pintaba, una niñez en un pueblo donde todos se conocían y donde a las 7 de la noche estábamos viendo la telenovela y a dormir a las 8.
Seguro esta fue la niñez de muchos, con 3 días importantes en el año donde nos compraban ropa para semana santa, navidad y año nuevo.
Aprendimos a amar la vida simple y sin excesos.
Hace poco hablaba con mi papá que tiene una sabiduría impresionante y me decía el campo ya no tiene quien trabaje, la tierra se cansó, los venenos y abonos ya no se pueden comprar, este pueblo donde las cosechas eran abundantes ahora no produce nada. Nada más emotivo que ver un hombre que trabajó toda la vida con sus manos entender que llegamos a un punto donde la vida depende de regenerar el campo.
SI, soy privilegiada porque encontré la felicidad en lo sencillo.
Disney Baquero Umaña
@cnganaderos
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Ganadera regenerativa
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https://centrodenegocioganaderos.com/
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