LO QUE LA PANDEMIA DEMOSTRÓ

He cometido muchos errores y pocos pero grandes aciertos, uno de ellos sin duda fue hace 12 años cuando teníamos el dinero para comprar un apartamento estrato 3 o 4 en Villavicencio y decidimos invertir en una finquita a 30 min de Villavicencio, en ese momento la justificación fue la temperatura, el inicio de obesidad de mi hijo por los malos hábitos y por supuesto encontramos personas maravillosas en la comunidad que nos hicieron sentir seguros y entre campesinos.

Está decisión en pandemia nos hizo sentir privilegiados, vivíamos en nuestro pequeño paraíso y hoy me encuentro con que se está convirtiendo en tendencia este estilo de vida de vivir en finquitas.

Claro y es que las ciudades cada vez son más hostiles y menos necesarias cuando trabajas una gran parte de manera remota, puedes producir muchos de tus alimentos, llevar los niños al colegio, gastar mucho menos y vivir mucho mejor, por esto era el plan de pensionados, sin embargo, si esperan para hacerlo cuando estén viejos seguramente las visitas al médico les frustrarán el plan.

Desde luego que existen limitantes, la seguridad es algo en lo que hay que trabajar en el campo, la comunicación, las vías de acceso, los servicios públicos, pero debo decir que todo se ha ido solucionando y ahora tenemos pequeños pueblos formándose en nuestra vereda, desafortunadamente no con la planeación e intervención del estado por lo que encontramos un crecimiento que no se ve muy ordenado.

Pero aquí vamos sintiendo que vivir en el campo nos dió calidad de vida a todos y que nuestros hijos que ya salieron a la universidad no ven la hora de que lleguen los fines de semana y las vacaciones para volver a casa y yo feliz de poder cocinar para ellos al aire libre y con los productos de origen regenerativo en aumento en nuestra canasta familiar.

Disney Baquero

@cnganaderos