Existe una fuerte necesidad de conocer y mitigar el impacto de nuestra alimentación sobre el medio ambiente, los patrones de producción y consumo incluso han creado grandes diferencias y tendencias y muchos terminamos perdidos en un mar de oportunidades con verdades a medias, que logran capitalizar la necesidad de las personas por identificarse con una comunidad.
El entorno alimentario debe favorecer al consumidor
Si bien Idárraga reconoce que hay muchas más acciones que los consumidores pueden tomar para mejorar sus hábitos alimenticios y ayudar al planeta, cree que el entorno alimentario debe generar las condiciones para hacerlo. Para mejorar ese entorno hay que generar cambios en todo el sistema alimentario, algo que el IPCC reconoce en el último informe, al señalar que se “requiere un cambio en todas las etapas, desde el productor hasta el consumidor y la gestión de residuos”.
En palabras de Idárraga, se trata de que el mismo sistema les pueda ofrecer a los consumidores la información sobre el origen de los productos, la sostenibilidad de los mismos y qué tan saludables son, entre otra información que sirva para tomar mejores decisiones. Este es un factor que Cammaert considera fundamental, pues la primera recomendación que hace es la de consumir productos locales y de temporada. “Ahí la comunicación es fundamental y puede empezar entre la persona que compra y la que vende. Saber de dónde se traen los productos, qué tan lejos se produjeron, cuáles son las frutas y verduras que están en temporada, cuáles están próximos a vencerse, entre otras cosas”, son aspectos básicos que deberíamos tener en cuenta al momento de comprar, pero que también requieren una información a la que muchas veces no tenemos acceso.
La segunda recomendación tiene que ver con incorporar más alimentos a la dieta y hacerla más variada. Un buen ejemplo puede ser el de la papa, dice Idárraga. Ante el incremento en el precio de este habitual ingrediente en los platos colombianos, podríamos voltear a mirar la yuca, por ejemplo. Se trata, entonces, de conocer y aprovechar la amplia y variada oferta que vemos en las tiendas, supermercados o plazas de mercado para integrar alimentos que generalmente no consumimos.
La última recomendación que hacen Cammaert e Idárraga tiene que ver con la disminución del desperdicio de alimentos. Además de lo paradójico del asunto, considerando la inseguridad alimentaria que padecen millones de personas alrededor del mundo, los autores del informe del IPCC explican que entre el 20 y 40 % de los alimentos se desperdician. Esta pérdida de alimentos representó entre el 8 y 10 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero entre 2010 y 2016.
Algunas claves para evitar este desperdicio son: preferir comprar productos que se encuentren en promoción con descuento en lugar de los que ofrecen 2×1, pues comprando de más se aumenta la cantidad de ítems que inicialmente iba a llevar y posiblemente se termine desperdiciando ese excedente. También se recomienda comprar exclusivamente lo necesario y no hacer grandes mercados, ya que al comprar menos cantidad se reducen los riesgos de que se desperdicien los alimentos. Además, al visitar más seguido los lugares donde se compra el mercado, puede acceder a productos más frescos. Conocer las fechas de vencimiento de los productos también puede ayudar, pues en ocasiones estos pueden estar a menor precio, así ganan el bolsillo y el planeta. Por último, en caso de que sobre comida, se puede guardar de manera adecuada y procurar consumirla en los siguientes días.
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